WILMA 1ª Parte

Música recomendada: Love of Lesbias. Canción: Bajo el volcán

17/10/05 – Por la mañana fuimos todos a Playa Hermosa para surfear juntos por última vez, ya que a la tarde Kao y Laura se iban a San José, Kao porque tenía que trabajar al día siguiente, Laura por que quería conocer el Caribe y que el Caribe le conociese a ella…todavía no se ha recuperado… el Caribe. Así que después de un baño de medio metro pasado algo tocado, nos fuimos al rey Patricio a recoger el equipaje y emprender la tortura que suponía ir a Paquera, entre hora y media y dos horas de botes, hoyos y baches, pero cuando estás de vacaciones con los amigos hasta eso te parece un buen plan y bien que lo pasamos. Comimos en la soda del Paquebote, unos arroces con camarones, otros chuletas de chancho, ensalada, gallo pintos y hasta una hamburguesa de Ainhi creo recordar. El sol en su trayecto al ocaso dejó una luz maravillosa que bañaba de oro todo lo que tocaba; en el exterior de la soda y a la izquierda del embarcadero principal, había uno más pequeño con embarcaciones locales flotando perezosamente en esa lengua de mar interior. El tiempo se detuvo, la jungla rodeaba sin dificultad todo lo que no era agua y emitía su sonido cacofónico tan característico mezcla de gritos de aves, insectos y monos, y yo de pies en el manglar no tenía suficiente belleza en mis palabras para describirme lo que estaba viendo. Entré dentro a la carrera y cogí la cámara para plasmar aunque solo fuera un migaja de lo que estaba viviendo.

Ver partir a los amigos nunca es plato de gusto, pero tan solo era un hasta luego y no un adiós. Mientras volvíamos para Santa Teresa, Ikeriltxo localizó una estación de radio en la que pinchaba un papito bastante bueno, hip-hop latino, cumbias, bachatas, merengue, bañenato… A oscuras por una pista-carretera con un muro verde a cada lado, la discoteca con ruedas de los Canteros era digna de ver y oír. Con las ventanillas abiertas por el calor nocturno, húmedo, pegado como una segunda piel, dando un extraño brillo a los cuerpos, como si fueran de marfil. «Another night, another night, otra noche sin tenerte, eh, eh, oh, oh» Y Ritzo se movía recordando las rápidas lecciones que una mulatona le había dado en San José. Ikeriltxo también le daba duro al regaetón, los baches ayudaban a la coreografía, y solo le faltaba ponerle un nombre al cabezal del asiento para salir a bailar ‘perreo’ con él. En este estado de euforia, rebotando en cada agujero, producido por la música y el humo dulzón que desprende el liable que portaba entre mi dedo índice y corazón, mezcla de monte y resina, recibimos el anuncio de alerta roja. La radio se interrumpió con unos pitidos como de despertador digital nipón y una voz seria anunció «¡Atención! ¡Alerta roja por posible llegada de Huracán! Las localidades de Heredia, Guanacaste Norte, Guanacaste sur, Liberia, Caribe y península Osa están en alerta roja a partir de mañana por el paso de la tormenta Wilma que se espera que se convierta en Huracán esta noche. La llegada se estima para las 2 de la tarde PI, PI, PI, PI»

Yo me quedé flipado, pero Ritzo al lado mío saltaba como una jodida pulga marina. ¡Qué coño estaba gritando el gandul de él! «¡¡¡Alerta Huracán!!! ¡¡¡Vamos a morir!!! ¡Graba esto Eduardo, aunque solo sea la voz, hay que grabarlo. ¡¡¡HURACAAAAAN!!!» Sacaba la cabeza por fuera de la ventanilla para gritarles a Pier, Ainhi y Maia que iban delante en el otro coche «¡¡¡Huracáaaan!!! ¡¡Hay que avisarles Edu, vamos a morir!!» Lloraba de risa el muy canalla. Y ahí estábamos, perdidos en la esquina de la península de Nicoya mientras Wilma iba creciendo para pasar de tormenta tropical a Huracán de fuerza 2.

Wilma acabó por convertirse en Huracán de fuerza 5, la máxima, pero eso no fue lo peor para las gentes que lo sufrieron, lo peor fue su velocidad. No la de los vientos interiores superiores a 200Km/h si no su velocidad de avance, al ir muy lento es como si te pasaran 3 huracanes por encima. Destrozó sin piedad buena parte de la Costa Mejicana, no dejó piedra sobre piedra, Cuba, Florida… Aquel Otoño se batió el record de Huracanes de la historia, con lo que las alertas acabaron por ser algo casi rutinario. Pero no aquella noche, en el que la lección de física nocturna de Maia sobre la dualidad onda corpúsculo y como la luz se puede comportar como onda y partícula fue sustituida por nuestros escasos conocimientos sobre los huracanes y nuestras dudas acerca de si las cabañas podrían soportar un Huracán, al día siguiente a las 2 lo comprobaríamos.

18/10/05 Aquel día nos levantamos con Wilma en la mente, todo giraba alrededor de la posibilidad de que llegara el Huracán. El día estaba encapotado, con esa calma tensa… que precede a la tempestad. Después de desayunar nos fuimos andando, como todos los días, a surfear. Para llegar a playa Santa Teresa había que recorrer un par de kilómetros por la arena, con la tabla bajo el brazo y la licra o la chaquetilla bajo el otro. Yo no paraba de mirar a lo alto de las colinas o al insoldable oceáno en busca de alguna señal que anunciase la catástrofe inminente, pero na’ Wilma no asomaba la cabellera. Pero nos rondaba a todos por la cabeza, como el amante febril ronda la ventana de la amada. Ritzo andaba como siempre repartiendo bromas y pullas entre el grupo, supongo que para liberar tensión.

¿Seviría llegado el caso, atarse con el invento a una palmera cocotera? ¿Dónde tendrías más posibilidades de sobrevivir, en la orilla del mar o jungla adentro? ¿Cuándo empiece a soplar de verdad el huracán nos dará tiempo a llegar al hotel o saldremos volando atados a nuestras tablas hasta la jungla? ¿Se le verá venir a Wilma o llegará sin previo aviso? Ideas bomberiles de este pelo cruzaban mi mente cada par de minutos mientras escrutaba el horizonte… ¿Estaré mirando en la dirección correcta? ¿Y si viene por el otro lado? Y giro la cabeza como si fuera la del exorcista para controlar mi espalda. Una cosa estaba clara, seguro que ese día nadie pensó en los tiburones de Ritzo.

En Santa Teresa el mar estaba algo tocado, pero apenas había viento, nos pusimos los inventos ¿Será buena idea o el invento al final hará que me arrastre el viento junto a mi tabla? Y pal’ agua. Las olas seguían siendo algo mediocres, pero tenían fuerza y algunas abrían. Como siempre conseguir llegar al pico fue una odisea digna de Jasón y los Argonautas ¡Qué remadas! Sentados esperando la serie, el vacile continuaba, con esa risa nerviosa casi exquizofrénica. Una hora y media más tarde de repente las nubes bajaron y lo cubrieron todo, apareció una fina lluvia y con ella se levantó algo de viento. No lo pensamos dos veces, zafarrancho y todos para el hotel. ¿Arrancará las palmeras o flexarán como el bambú? ¿Resistirá el hotel? ¿Tengo agua suficiente? ¿Y comida?… «Fíjate en los animales, ellos notan la llegada y avisan con su actitud»… Y me giraba buscando los guacamayos y las loras para ver que hacían los pájaros… Ritzo seguía vacilando, pero no se quedaba atrás… Ducha al aire libre delante de la habitación y todos nos reunimos para ir a Santa Teresa a Internet y comer algo en la Pizzería Tomato.

Wilma sigue sin dar señales de vida, mejor, así que cuando vemos a un par de los locales salir con la tabla para el pico de ‘La Lora’ y tras pillar algo de Monte a ‘Perro’, salimos zumbando para el hotel a coger otra vez las tablas para surfear. Para cuando llegamos de vuelta y entramos al agua aquello es una piscina donde las olas a penas rompían por falta de fondo, parecía Arrigúnaga en marea alta. Tras el fiasco del último baño nos encaminamos al hotel a cenar con la intención de acostarnos pronto para ir al día siguiente a Moctezuma y visitar la reservar absoluta de Cabo Blanco. Risas nocturnas bajo el vuelo de los murciélagos, monte e Imperial.

¿Y Wilma?

Nació como tormenta el 15 de Octubre en la zona de Jamaica y se convirtió en Huracán de categoría 2 el 18 de Octubre, intensificándose explosivamente al pasar en tan solo 24 horas a categoría 5. El Huracán Wilma fue la vigésimoprimera tormenta tropical (empatando el récord de 1933) y el decimosegundo huracán (empatando el récord de 1969) de la temporada de huracanes del Atlántico de 2005. Wilma fue el tercer huracán de categoría 5 de la temporada, batiendo el récord de las temporadas de 1960 y 1961. Es el huracán más intenso registrado en el Atlántico y el décimo ciclón tropical más intenso registrado en todo el mundo (los otros 9 fueron tifones), con la presión más baja reportada en el hemisferio occidental, un récord que ostentaba el Huracán Gilbert con 888 mb, Wilma alcanzó los 882 mb.

Además, Wilma fue el tercer huracán de categoría 5 registrado en el mes de octubre, los otros dos siendo el Huracán Mitch de 1998, y el Huracán Hattie de 1961.

Wilma alcanzó tierra en más de una ocasión, provocando sus efectos más destructivos en la península mexicana de Yucatán, Cuba y en la parte sur de la península estadounidense de la Florida. Se reportaron 47 decesos relacionados con la tormenta, y los daños se estiman entre 18 y 22 billones de dólares ($14,4 de estos solamente en Estados Unidos) que colocarán a Wilma entre los 10 huracanes más costos del Atlántico, y en el quinto lugar entre los más costosos para Estados Unidos en particular (detrás de Katrina, Andrew, Charley e Iván).

Costa Rica decretó alerta en las regiones norte, sur y este del país, ya que las fuertes lluvias seguían anegando la mayor parte del territorio. De lo cual fui testigo unos días después cuando decidí ir hacia el norte de la península de Nicoya en busca de mejor tiempo.

Pura vida

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